martes, 20 de marzo de 2012

Compañera de mis días y mis noches


Su capacidad para erizarme la piel, para hacerme llorar, para poner frente a mis ojos recuerdos de un pasado que me duele o al que añoro. Su fuerza para hacerme sentir mejor, hacerme sentir viva; su fuerza para, simplemente, hacerme sentir. El poder que ejerce sobre mí y su brutal influencia en mi estado de ánimo. Todo eso y mucho más es lo que ha hecho que me enamore de ella. 
Sentir que todo va mal, que el barco se hunde con todo abordo, y, gracias a ella, poder hacer a ese barco salir a flote. Notar como muchos sentimientos te oprimen el pecho y que ella te ayude a que la presión sea cada vez menor. Estallar de alegría y que ella te acompañe. 
No albergo palabras para describir qué siento por ella. Es imposible describir cómo me siento cuando la escucho. Es como si todo desapareciese y sólo existiéramos ella y yo. Solas, sin nadie más, compartiendo cosas que no podría compartir con nadie. Dejando a mis lágrimas caer u ofreciendo una amplia sonrisa.
Cada poro de mi piel la siente y me demuestra que ella es uno de mis talones de aquiles. Sí, lo es. Y es que merece la pena conocer todas y cada una de sus facetas. 
No puedo darle las gracias por todo lo que ha hecho y hace por mí, pero sí puedo seguir dejándola que me brinde su compañía cada día de mi vida. Ella me hace sentir bien, ella hace que estallen mis sentimientos desenfrenadamente.Ni uno de los días que me restan de vida podría estar sin su presencia cerca.
 La música, ella es la que provoca todo esto en mí. Y sólo yo sé lo que siento por ella.

lunes, 5 de marzo de 2012

Perfecto

Año dos mil doce, mes de marzo, madrugada del día seis exactamente: corrientes de positivismo, sueños y ganas de vivir me inundan. Quizá parezca una tontería plasmar esto aquí, pero sé que cuando me sienta mal y lo lea me daré cuenta de que también sé ser positiva y tener ganas y sueños.
Contándome un amigo uno de los viajes que hizo "en su pasado más cercano", me doy cuenta de que lo envido. Sí, pero es envidia buena. Me encantaría coger una moto o, mejor, un coche (dado que de motos no tengo ni un miserable conocimiento) e irme a ver mundo. Sola o en compañía, no me importaría la manera. Lo que me importaría sería el fin de ese viaje: conocer lugares, gente; conocerme a mí misma. Sería algo que me haría feliz, lo sé. Se trata de un sentimiento indescriptible para mí... Hacer miles de fotos hasta en los lugares más recónditos, ver miles de imágenes que jamás se me olvidarían, meditar y darme cuenta de los numerosos placeres que tiene la vida, tener tiempo de echar de menos a mucha gente. Algo así como la típica aventura hippy en la que coges lo imprescindible y te vas a ver mundo sin que nada te importe. Sí, así sería. Sé que quiero hacer uno de esos viajes, sé que lo necesito y también sé que, con un poco de suerte, llegará el día en que lo haga. Y así me doy cuenta de que tengo ilusiones y ganas de hacer muchísimas cosas a lo largo de mi vida; quiero vivirla de la manera que a mí me guste, de la manera que me haga feliz. Este sería un buen punto a favor para sentirme bien. Este es un sueño que recobra fuerza el día de hoy: en el año dos mil doce, en la madrugada del seis de marzo.