lunes, 12 de diciembre de 2011

TÚ, mi ángel de la guarda.

Quizás ésta sea la entrada más especial que escriba nunca en mi blog y me alegra pensar que se la dedico a la persona más especial que nunca ha existido para mí...
Hará ya este viernes, 16 de diciembre, cinco años que te marchaste.  En estos cincos años no podría decirte con palabras lo mucho que me ha acompañado tu recuerdo porque sé que nunca conoceré a nadie tan sumamente especial como lo eras TÚ.
Dulce, buena, cariñosa... todo lo tenías. Si algo te faltaba era la pizca de maldad que salpica a casi todo el mundo hoy día. TÚ y tus buenos sentimientos, TÚ y tu gran capacidad para perdonar lo imperdonable, TÚ y tu carencia de quejidos cuando más padecias, TÚ y tu incansable deseo de no hacer padecer a los que te rodeaban... Todo eso lo reunías TÚ.

Jamás oí de tu boca una palabra más alta que otra, un insulto, una palabrota... Nunca fuíste capaz de dar mal ejemplo. Que mal me siento cuando veo que nunca podré ser así... Pero, contradictoriamente, me siento orgullosa de saber que eso es porque eras incomparable.

Aún recuerdo tus hermosos ojos verdes, tu tez de porcelana, tu voz, tus palabras... Y también recuerdo como todo esto se fue apagando. El último día que te vi acompañada de tu alma, tus ojos casi habían perdido su color, se desgastaron del dolor... Pero sabías quién era, me recordabas. Hasta con un suave hilo de voz pronunciaste mi nombre. Eso siempre quedará conmigo.

Dieciseis de diciembre del dos mil seis, cuatro de la madrugada... Una llamada telefónica y un sentimiento: Miedo. Sabía que era la temida noticia, sabía que era el anuncio de que tu alma te haía abandonado. Nunca olvidaré ese momento. Qué dolor sentí por dentro a pesar de ser todavía inconsciente de lo mucho que te echaría de menos.

Miles de momentos me habría gustado compartir contigo en estos cinco años: buenos y malos. Sé que me habrías sabido aconsejar en cada uno de mis problemas y que te habrías alegrado por mí con mis logros. Pero sé que aunque no estés aquí, estás a cada momento dentro de mí.

Tampoco sabes lo mucho que me arrepiento de no haber pasado más tiempo a tu lado, ni tampoco lo mucho que añoro verte cada día comer a mi lado. Pero espero que me sepas perdonar como TÚ sabías hacer.

Dejaste en mí un vacío que nadie podrá llenar; sé que me querías más de lo que nadie podrá quererme en toda mi existencia. Por todo esto y muchas cosas más, quiero que sepas que pienso cada día más en ti y que JAMÁS me olvidaré de lo grande que eras, que eres y que serás en mi vida.

Tan sólo te pido un último favor: que me acompañes en cada traspiés, en cada alegría, en cada llanto, en cada risa; que nunca, bajo ningún concepto, sueltes mi mano... Por favor te pido que me acompañes en cada paso y en cada minuto de mis días y sobre todo te pido que nunca olvides lo mucho que te quiero. No me abandones nunca.

Te Quiero mi ángel, Te Quiero Abuela.
"Prométeme que me esperarás..."

No hay comentarios:

Publicar un comentario