sábado, 5 de noviembre de 2011

La infancia, ese reino donde nadie muere...

Recuerdo días en los que comprarme una bolsa de gusanitos era lo más grande para mí, en los que hacer un dibujo con colores suponía un gran logro (algo así como una gran obra de arte), en los que había excursión y sentarse en los últimos asientos del autobús significaba ser toda una mayor... Días en los que si llovía no me estropeaba ningún plan pues podía pasarme el día viendo dibus, en los que abrir una bolsa de tazos y que me saliera mi pokemon favorito era motivo de fiesta, en los que no cabían pensamientos serios en mi cabeza...
Días en los que las preguntas no eran tan persistentes como ahora, en los que comerme un gran plato de pasta era como llevarme a la boca el manjar más exquisito conocido por el mundo entero, en los que la imaginación me hacía hablar con un par de muñecas rubias (esas Barbies perfectas que siempre eran monísimas).
Pero llegó el día, no sé muy bien cuando fue, en el que todo dio un giro de 360 grados... Ahí vi que había cosas mejores que una bolsa de gusanitos, que las Barbies tan sólo eran eso: muñecas; que había a mi alrededor muchas cosas que podían hacerme más feliz que un plato de pasta lleno hasta rebosar.
Y poco a poco fueron llegando días en los que los infantilismos perdían su cabida e iban llegando esos pensamientos que, hoy día, siguen rondando mi cabeza. Supe por fin que un motivo de felicidad es tener amigos a los que puedes escuchar decir "te quiero"y sentirte bien porque sabes que eso es cierto; que besar a alguien con los ojos bien cerrados es algo maravillosamente delicioso (no tiene comparación con los gusanitos)... Supe también que sentir ese dolor de estómago llamado amor no era algo tan lindo como me hacían pensar las películas Disney pero también aprendí que ese dolor de estómago traía consigo otros muchos dolores... Comprendí que un libro no era sólo papel lleno de letras sino una puerta hacia la imaginación y el mundo de los sueños,y que una canción era mucho más que una simple melodía acompañada de una voz... Comprendí que eso a lo que los mayores llamaban alcohol y que tan dañino era (según ellos) a veces es la puerta de escape en muchas situaciones... Entendí que ser mejor no era ser el o la más guapo/a sino tener a las mejores personas a tu lado y saber que es querer a alguien de verdad, además de comprender qué significan las palabras amistad, familia, ayuda...
Y es al caer de esa nube llamada infancia cuando realmente me llevé un gran tortazo... Pude comprender que hay muchas más cosas que duelen además de caerte de la bici (algo que me pasó innumerables veces cuando aprendía a montar)... Comprobé que perder a personas a las que quieres es lo peor que puede pasar, que escuchar algunas palabras es algo más dañino que cualquier caída con el patinete, que enamorarte de quien no debes nunca saldrá bien, que no todos los amigos son amigos y que si quieres seguir adelante has de ser fuerte...
Y es que hay tantas cosas en mi vida que cambiaría y otras tantas que haría inmunes para nunca poderlas cambiar... Pero hoy me apetecía mirar hacia atrás y ver a la niña que jugaba feliz sin pensar en el porqué de lo que le pasaba y que reía mientras pensaba en cómo sería de mayor... Hoy quiero ser esa niña.

"LA INFANCIA NO VA DE UNA EDAD CONCRETA A OTRA.
EL NIÑO CRECE Y ABANDONA LOS INFANTILISMOS.
LA INFANCIA ES EL REINO DONDE NADIE MUERE."
                     (De Edna St. Vincent Millay)

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