sábado, 29 de octubre de 2011

Si no fuera por el miedo....

Cuando todo va realmente mal tan sólo se ve una oscuridad eterna que parece carecer de final. Por más que intentas enceder la llama de la esperanza no eres capaz... pero, aún así, habita en tu interior  esa fuerza que te ha hecho levantarte cada vez que la vida te ha tumbado con sus malas jugadas.
 Encontrar el final de esas tinieblas es muy dificil para alguien que se ha acostumbrado a vivir con ellas; no porque le guste sino porque ya no alberga en su interior la esperanza de que exista para ella algo mejor. No puede imaginar de nuevo compañía a media noche en su fría cama, ni un beso que diga "buenos días" con un muy dulce sabor... No es capaz de imaginar que otros labios la besen de la misma manera que la besaron los que tales heridas dejaron, ni tampoco un te quiero sincero...
Y, tarde o temprano, llega el momento en el que ve de nuevo una puerta entreabierta y no sabe si acercarse a ella o alejarse a toda prisa. No lo sabe porque el miedo le impide ver con claridad, porque el temor a que le vuelvan a dañar su recién restaurado corazón es mayor que sus ganas.
Y se queda bajo el quicio de la puerta, rozando a penas el pomo sin saber si abrirla del todo o cerrarla... Y sin darse cuenta toma una decisión que espera sea la acertada...

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