miércoles, 14 de noviembre de 2012

Efímera luz

Se filtró un pequeño rayo de luz por el pequeño orificio que había en aquella oscura cueva.
Lllegó sin avisar, creando un desconcierto inexplicable en ese lugar acostumbrado a la penumbra.
Se instaló poco a poco, expandió su luz y su alegría, desterrando así la desolacón de aquel desesperado lugar.
Hizo que las zarzas se convirtieran en bellos rosales y consiguió restaurar la esperanza, que desde hacía tiempo no caminaba por aquel lugar.
La cueva se acostumbró a la luz, perdió el miedo, se llenó de colores, de alegría, de calor... La primavera explotó dentro de ella.
Pero al igual que después de la tormenta llega la calma, aquí se rompió la calma con un rayo que descosió todas las puntadas de esa felicidad.
El lugar se tornó oscuro, se despidió de la vida y retomó su desolación, ya casi olvidada.
Quizá era un precio que debía pagar, quizá no miró la letra pequeña del contrato en la que ponía que "hasta las más bellas rosas traen consigo dolorosas espinas".
 Las rosas de esa cueva se marchitaron y tan solo dejaron espinas que se punzaban en sus paredes.
La luz se convirtió en penumbra, el calor en hielo y la alegría en nostalgia.
Pero la cueva también se resignó y albergó el anhelo de recuperar esa luz, esa magia, esa vida, todo eso que un día le brindaron pero, que de la noche a la mañana, le arrebataron.
Ahora llueve en su interior pero algún día reinará de nuevo el calor. Este vez de un distinto sol.


martes, 12 de junio de 2012

Un viaje

Yo recorrería todas las carreteras de tu cuerpo,
pasando por todos y cada uno de tus kilómetros.
No necesitaría repostar,
el calor sería mi gasolina.
¿Mi destino?
Naufragar en las olas de tu mar,
sin barco, ni agua.
Bastaría con el mar de tu sudor
y el cielo de tu boca
para alumbrar la embarcación de mi cuerpo.

domingo, 3 de junio de 2012

Volemos bien alto

Vamos, sube a mi nube de locura.
Cabalguemos por los caminos del éxtasis y el desenfreno.
No haremos más paradas que las necesarias. No podemos perder el tiempo.
Sube, sube más.
Ya podemos tocar la luna con la punta de los dedos,
ya podemos arder de calor por el roce con el sol.
Derritámonos si es necesario.
Hagamos lo inimaginable por no enfriarnos jamás.
Y ahí, en ese mismo lugar, en ese momento,
se ha de parar el tiempo.
Las agujas del reloj volverán a su tic tac,
pero sólo cuando nosotros lo decidamos.
Bajo sábanas de sudor, con tacto de terciopelo,
bajo una manta de estrellas que jamás cesarán de brillar.
Y ponernos la camisa de fuerza más resistente del mundo,
hecha sólo con besos, deseos y fuego.
Ya sólo queda decidir si queremos volver al mundo de los cuerdos
o seguir en el de la fuerte locura que nos envuelve el cuerpo.



domingo, 13 de mayo de 2012

Adiós


La vida está repleta de grandes despedidas, de grandes ausencias, de grandes vacíos.
Cada despedida se clava en lo más hondo y duele cada vez que los recuerdos te golpean, tal y como si fuesen cuchillos que se clavan en el pecho. Momentos llenos de sonrisas, de estupideces, de alegrías, de te quieros... Momentos que ya forman parte de un pasado y que se quedaron anclados ahí.
Tener un presente que duele todas y cada una de las veces que se es consciente de los sitios vacíos que han quedado a tu lado. Y lo que más araña el alma es no saber cómo se han propiciado algunas de esas despedidas, despedidas que nunca tuvieron un "adiós".
Que los ojos lloren de tal manera que parezca que, en lugar de lágrimas, sean clavos que rompen tu mirada los que salen de ellos. Que el olvido es un camino muy incierto y no siempre se recorre como uno desea. Y es que es imposible que tantas palabras queden en el camino del olvido porque están incrustadas hasta en el último nervio, hasta en el último poro de la piel, hasta en el último recuero.
Duele echar de menos sabiendo que nunca echaste de más. Duele no tener a tantas manos a las que añoras a tu lado para poder andar por esta puta vida y sentir que están ahí para levantarte de tus caídas. Pero es aún más doloroso el sentir que eso es asumido, la resignación con la que tú también alejas tus manos y terminas de forjar el adiós.
Echo de menos, claro que lo hago. Extraño cada risa, cada abrazo, cada llanto compartido, cada mierda solucionada con ayuda. Me jode como un puñetazo en el estómago sentir a alguien como algo necesario y que, de repente, desaparezca; como si te quitasen el agua para vivir, pues algo así. Aunque, tarde o temprano, una termina por acostumbrarse a vivir con sed y suplir el agua con algo más refrescante y que de verdad te calme.


viernes, 11 de mayo de 2012

El placer sólo fue un sueño


Musitó un te quiero que quemó lo más profundo que había en mí. Deslizó sus suaves dedos por mi espalda con la luna como único testigo. Supo besar la parte de mi cuello que con sólo notar sus labios es capaz de cobrar vida propia. Posó las yemas de sus dedos sobre mi rostro y, poco a poco, todo fue fluyendo...
Pero en el último momento me di cuenta, pude comprender que era un simple sueño donde mis ganas y su indiferencia daban rienda suelta a lo que había entre los dos.

No cesará nunca

Y llegó la noche con su negro manto colmado de diamantes y oscureció hasta el último rincón. Vagabundo quedó el día que, cegado por la belleza de la noche, no tuvo más remedio que marcharse sin poder tocarla y viajar a la deriva. Siempre el mismo proceso, siempre el mismo anhelo imposible de unirse con esa bella dama, oscura y de majestuoso manto. Pero el día, fiel a su ferviente deseo, siguió intentando poder tocarla y fundirse con ella, haciendo del día y la noche la unión más perfecta.

martes, 17 de abril de 2012

Bien dentro

Una mente llena de vaivenes, nombres, caras, momentos.
Un corazón lleno de sentimientos, arrepentimientos, sinsabores, amargos sueños.
Una persona rota, loca, desquiciada, indecisa.
Una vida sin orden, sin ley,sin dueño, sin camino.
Unas manos que extrañan, que arañan, que sudan, que se hacen puños.
Unos ojos que lloran, que tiemblan, se enrojecen, se cierran.
Un caos que formaba parte de un supuesto orden que, de nuevo, se rompe.
Un caos alimentado de dudas y que vomita palabras sin sentido.
Una senda por recorrer que en el momento en el que se ve clara
se bifurca en innumerables caminos que llevan a la confusión,
al miedo, al dolor.
Putas palabras calladas, putas palabras soltadas sin más.
Malditos deseos inútiles, malditos días de sombra y viento.
Que se ilumine de una vez el camino, que pongan carteles con la dirección a seguir,
que todo quede en la nada o en el todo pero que no quede en el aire.
Que el humo, de cenizas que se desparraman de la jodida hoguera que habita
en este lugar, se disipe y deje entrever una luna en todo su apogeo.
Que la cruda realidad no se mezcle con los sueños, que algún día vea claro cuál es mi destino.

martes, 20 de marzo de 2012

Compañera de mis días y mis noches


Su capacidad para erizarme la piel, para hacerme llorar, para poner frente a mis ojos recuerdos de un pasado que me duele o al que añoro. Su fuerza para hacerme sentir mejor, hacerme sentir viva; su fuerza para, simplemente, hacerme sentir. El poder que ejerce sobre mí y su brutal influencia en mi estado de ánimo. Todo eso y mucho más es lo que ha hecho que me enamore de ella. 
Sentir que todo va mal, que el barco se hunde con todo abordo, y, gracias a ella, poder hacer a ese barco salir a flote. Notar como muchos sentimientos te oprimen el pecho y que ella te ayude a que la presión sea cada vez menor. Estallar de alegría y que ella te acompañe. 
No albergo palabras para describir qué siento por ella. Es imposible describir cómo me siento cuando la escucho. Es como si todo desapareciese y sólo existiéramos ella y yo. Solas, sin nadie más, compartiendo cosas que no podría compartir con nadie. Dejando a mis lágrimas caer u ofreciendo una amplia sonrisa.
Cada poro de mi piel la siente y me demuestra que ella es uno de mis talones de aquiles. Sí, lo es. Y es que merece la pena conocer todas y cada una de sus facetas. 
No puedo darle las gracias por todo lo que ha hecho y hace por mí, pero sí puedo seguir dejándola que me brinde su compañía cada día de mi vida. Ella me hace sentir bien, ella hace que estallen mis sentimientos desenfrenadamente.Ni uno de los días que me restan de vida podría estar sin su presencia cerca.
 La música, ella es la que provoca todo esto en mí. Y sólo yo sé lo que siento por ella.

lunes, 5 de marzo de 2012

Perfecto

Año dos mil doce, mes de marzo, madrugada del día seis exactamente: corrientes de positivismo, sueños y ganas de vivir me inundan. Quizá parezca una tontería plasmar esto aquí, pero sé que cuando me sienta mal y lo lea me daré cuenta de que también sé ser positiva y tener ganas y sueños.
Contándome un amigo uno de los viajes que hizo "en su pasado más cercano", me doy cuenta de que lo envido. Sí, pero es envidia buena. Me encantaría coger una moto o, mejor, un coche (dado que de motos no tengo ni un miserable conocimiento) e irme a ver mundo. Sola o en compañía, no me importaría la manera. Lo que me importaría sería el fin de ese viaje: conocer lugares, gente; conocerme a mí misma. Sería algo que me haría feliz, lo sé. Se trata de un sentimiento indescriptible para mí... Hacer miles de fotos hasta en los lugares más recónditos, ver miles de imágenes que jamás se me olvidarían, meditar y darme cuenta de los numerosos placeres que tiene la vida, tener tiempo de echar de menos a mucha gente. Algo así como la típica aventura hippy en la que coges lo imprescindible y te vas a ver mundo sin que nada te importe. Sí, así sería. Sé que quiero hacer uno de esos viajes, sé que lo necesito y también sé que, con un poco de suerte, llegará el día en que lo haga. Y así me doy cuenta de que tengo ilusiones y ganas de hacer muchísimas cosas a lo largo de mi vida; quiero vivirla de la manera que a mí me guste, de la manera que me haga feliz. Este sería un buen punto a favor para sentirme bien. Este es un sueño que recobra fuerza el día de hoy: en el año dos mil doce, en la madrugada del seis de marzo.

martes, 28 de febrero de 2012

Nunca hubo un "nosotros", sólo un "tú" y un "yo"

Quizá fueras tú
o quizá fuera yo.
Pero si hay algo claro es que
jamás existió el quizá de un "nosotros".
Nosotros nunca existimos.
Éramos un "tú" y un "yo", sólo eso.
Dos cuerpos que,
a pesar de tantas uniones,
no llegaron a ser un solo cuerpo.
Dos almas que jamás encontraron
un camino en común.
Murió el "nosotros"
sin siquiera haber existido.
Murió el "nosotros"
y con él, tenlo claro,
también moriste tú.

sábado, 25 de febrero de 2012

Bandera blanca

Las personas pedimos paz, la deseamos como el aire que respiramos, mas esto no es posible. Podría decirse que ciertamente la paz no existe. Nosotros mismos somos los que la rompemos y los que no la dejamos vivir. Somos un continuo estado de guerra que finaliza nuestro último día. Nuestra propia vida es una guerra en la que, a medida que pasa el tiempo, se enfrentan distintos bandos rivales. La paz que podamos llegar a sentir tan sólo será esa paz interior que tanto nos cuesta conseguir. Vale que también está condicionada por las circunstancias exteriores, pero en realidad somos nosotros mismos los que la conseguimos (a pesar de la "ayuda" de terceros). Y es que hay tantas guerras que sería imposible exterminarlas todas: además de las que llevan consigo armas y muy sucios intereses, que arrastran tras de sí vidas y vidas, también hay otro tipo de guerras; yo las definiría como guerras de sentimientos. No llega con éstas la sangre al río, pero dañan estrepitosamente a la víctima en la que se alberga este combate. Y es que a lo largo de nuestra vida viviremos millones de sentimientos y a cada momento se producirá en nosotros una guerra con la que te des cuenta de cómo duele sentir.
Por eso yo alzo mi bandera blanca, de forma firme y sin titubear y declaro así mi rendición ante uno de mis sentimientos. Y pensándolo bien no sólo es uno, sino varios contra los que yo lucho. Dejaré levitar mi blanca bandera después de que viva unos instantes de altura, la dejaré caer cual pluma cae al suelo y, detrás de ella, firmaré el pacto que pone fin a esta guerra; aunque el desenlace no haya sido el deseado. Perdí, no pude con mis fuertes rivales... pero sé que ya estoy preparada para la siguiente guerra. No habrá más rendiciones.

miércoles, 8 de febrero de 2012

Fin

Todo lo que empieza tiene que terminar. Por lo tanto: mejor elegir una retirada a tiempo que la autodestrucción del propio ser.

viernes, 3 de febrero de 2012

Hay que aprovechar el optimismo,aunque sea pasajero

Hoy será mi primer día y mañana también y el resto de mi vida. Porque...
Hoy le he ganado la batalla a la montaña de la ropa sucia, hoy, hoy,
ninguna tarea me asusta, ningún encargo me disgusta, porque...
hoy he vuelto a por mi tiempo, hoy me quedo a vivir en mi cuerpo,
sólo espero estar en lo cierto y que todo esto no se quede en el intento.
Hoy será, será, será, será mi primer día
y mañana también y el resto de mi vida.
Porque...
Hoy le he ganado la batalla a la inconsciencia,
a la ignorancia, a la desidia, a la impotencia,
a la vergüenza de que no terminas porque
nunca empiezas
y hasta la fecha no lo he podido nunca asegurar,
pero cuando tú quieras te lo demuestro,
que ya todo ha empezado a mejorar.
To' lo que tenía que dejar
hoy lo voy a dejar para siempre.
Voy a recuperar la costumbre
de considerar los consejos de la gente
y levantar bien alta la frente,
hoy voy a terminar lo que tenía pendiente,
sólo es cuestión de echarle huevos,
tampoco es nada nuevo, 
pero hoy me siento fuerte.
Hoy puedo, hoy el premio me lo llevo,
hoy me sobra la energía, es el punto de partida.
Hoy será mi primer día, y mañana también y el resto de mi vida!!


lunes, 30 de enero de 2012

Que seas, simplemente, tú

Que en cada paso que des tengas otros pies que te acompañen.
Que en cada traspiés que sufras tengas una mano en la que sujetarte.
Que en cada caída dolorosa exista ese alguien que te ayude a levantarte.
Que cada risa y cada llanto gocen de una buena compañía.
Que exista el placer compartido, que nunca sientas que estás solo.
Que sepas admitir tus errores, afrontar tus problemas, conseguir tus metas y alegrarte por tus victorias.
Que nunca te veas perdido en la tormenta porque tarde o temprano cesará el diluvio.
Que no gane tu orgullo y pierdan tus sentimientos.
Que le encuentres sentido a tu vida y la vivas de la manera más apasionada.
Que seas tú, que seas feliz siempre siendo así.

viernes, 20 de enero de 2012

Un poco de orden

Hay momentos en la vida en los que piensas que ya has madurado, que te queda poco por cambiar o, incluso, que casi ya has terminado de construirte como persona. Crees que eres lo que un día deseabas ser y que no cambiarías por nada del mundo porque te gustas tal y como eres...
Pero estos día, hoy por hoy, escasean para mí. Nada de eso pasa en estos momentos por mi agitada cabeza. No sirve de nada ser muy madura en algunos aspectos y ser un total desastre en otros. No sirve intentar concienciarte de que esto sólo es un bache que pronto acabará con fuerza de voluntad. Todo eso es inútil. Y es que las cosas pueden intentar evitarse antes de que sucedan pero una vez que acontecen ya no hay remedio, al menos a corto plazo.
Duele mucho lo de decepcionarte contigo misma, lo de darte cuenta de que eres un completo desastre. Y más duele albergar el deseo de cambiar sin conseguir, por mucho que quieras, llevarlo a cabo. Es una sensación de impotencia que te hace replantearte todo: si éste es tu lugar, si de verdad vas a conseguir lo que tanto deseas...
Dicen que hace más el que quiere que el que puede. A veces lo dudo. Pero yo quiero cambiar y cueste lo que cueste lo tengo que conseguir a como de lugar. No quiero seguir lamentándome por ser como soy, no quiero seguir arrepintiéndome de los pasos que doy y de los que no llego a dar, no quiero mirarme cada día y ver a un mundo de ideas sin orden. No quiero ser el caos que ahora mismo soy.
En este preciso momento, sé que deseo reinventarme en casi todos mis sentidos, quiero mejorar o, mejor dicho, tener algo bueno que me haga pensar que valgo.
Hoy me digo adios, que no hasta luego.

miércoles, 11 de enero de 2012

A deshoras, en el mismo bar de siempre

Fue en el bar de siempre. Ella iba callejeando como de costumbre buscando un par de copas en las que ahogar sus penas. Al llegar a la puerta del bar se paró por un instante dudando entre entrar o buscar otro lugar. Finalmente decidió entrar. 
Nuevas caras en el interior pero también rostros conocidos. El hombre solitario que siempre está en la parte derecha de la barra con una cerveza en la mano, la camarera pelirroja con su inseparable pronunciado escote, el tipo raro que nunca pide otra cosa que no sea whisky... Pero ninguna de estas personas despertaba en ella sentimiento alguno.
Decidió pues adentrarse en el garito con paso firme. Apoyó sus brazos en la barra y pidió su primera copa. Visto y no visto. No duró el alcohol más de diez minutos en el vaso. De nuevo pidió a la camarera otra copa más pero esta vez lo hizo con un solo gesto. Esta copa la fue consumiendo poco a poco, así le daba tiempo a recordar por un momento todo lo que le dolía antes de que el alcohol nublara estrepitosamente su mente.
Pero entonces sucedió lo que por un lado deseaba que sucediese y lo que por otro más temía en ese momento. Él, el mayor de sus dolores, el que le provocaba las ganas de emborracharse noche tras noche, entró por la puerta.
Entonces sus ganas de olvidar se mezclaron con el deseo de abalanzarse contra él y besarlo, pero, a la vez, también sentía rencor y rabia. Gracias a eso pudo reprimirse y quedarse donde mismo estaba sin menear un solo músculo. 
Él se sentó a dos taburetes de ella. También la vio. Era algo inevitable: él y ella, ella y él, sentados en el bar de siempre pero a dos taburetes de distancia. Pero esta distancia poco tardó en romperse. Firme, con los ojos cegados por un sentimiento inexplicable, el hombre se levantó y, silencioso como un fantasma, se paró junto a ella. Ambos se miraron sin pronunciar ni una sola palabra. En sus ojos se veía el dolor de recordar tantas noches compartidas en el mismo colchón, el deseo de volver a caer en esa tentación, la rabia porque todo terminara como terminó. Tras un tiempo de cruce de miradas, él dejó caer una lágrima al compás de su corazón y decidido se marchó. Sobraron las palabras en aquel silencio abrasador.
Y se fue, llevándose consigo el amor que en realidad sentía. Y ella, sola, como de costumbre, se quedó mezclando lágrimas y JB mientras se torturaba pensando que todo podía haber sido distinto.


sábado, 7 de enero de 2012

No es un mal trato...

Es como llegar a la cima más alta, esa cima a la que considerabas inalcanzable; establecerte en ella pensando que ya no descenderás y...justo cuando comienzas a pensar eso, hay algo que te empuja y ¡ZAS! caes al vacío sin oportunidad de aferrarte a nada para evitar la caída. Una vez en el suelo te paras a meditar, a sacar conclusiones y a sentar a razón y corazón en la misma mesa, dejándolos conversar para que busquen una solución. Después de debatir intensamente qué hacer, llegan a la conclusión de que en realidad lo de subir a la cima no era tan buena idea. Concluyen así diciendo que, en este caso, quedarse a la mitad de la montaña ( a una altura considerable pero que ni mucho menos roza la cima ) es más oportuno; saben que si existe un sentimiento nada es fácil por lo que es uno mismo el que debe buscar la manera de facilitar las cosas. Y firman el acuerdo en el que prometen dejar el orgullo a un lado, siendo éste acompañado por el rencor y la rabia; prometen dejar el agua correr sin cerrar la puerta a lo que suceda pero sin hacerse ilusiones de que algo vaya a suceder; y también prometen no dejarse pisotear ( eso lo escribieron en mayúscula). Pero más abajo, al final del contrato, tenemos el apartado más debatido: el de guardar silencio para siempre, guardar el secreto a quien podría concernirle y no decirlo nunca, nunca, nunca.
Qué bonitas pueden verse las cosas desde la mitad de la montaña y a la vez que raras y difíciles se ven pintadas! Pero esto no importa, la armadura casi está terminada.